La legitimidad es la relación de correspondencia que se establece entre la intimidad de los juicios de la conciencia y la exterioridad objetiva de las prácticas y de las instituciones. Los órdenes sociales, políticos o económicos, los sistemas de credibilidad científica, religiosa o artística, son más o menos legítimos (y, por tanto, más o menos estables y previsibles) en la medida en que una masa crítica de sus integrantes considera que el modo vigente en que se distribuyen bienes, cargas, prestigios, sanciones, etc., es suficientemente afín a lo que ellos, en el interior de sus respectivas conciencias, consideran que es justo, noble, útil, santo, verdadero o bello.